Terror en las piscinas: La otitis del nadador y el pie de atleta

      

     La piscina, además de ser un lugar donde pasar un rato muy agradable o realizar una buena sesión de ejercicio, si no se encuentra en condiciones adecuadas de mantenimiento puede convertirse en un auténtico caldo de cultivo de microbios que pueden ocasionar problemas de salud de diversa gravedad. En este caso hablaremos de dos muy conocidos: la otitis del nadador y el pie de atleta. Por su nombre se me antoja que  podrían ser la excusa perfecta para no animarse a más de uno a moverse del sofá y romper con el sedentarismo pero por suerte tienen remedio y pueden evitarse. Veamos cada una en concreto y con un poco de detalle.

La Otitis del nadador
La otitis del nadador es una infección de la parte externa del oído, es muy común y puede aparecer a cualquier edad aunque es bastante frecuente en los niños. Si hay mucha humedad en el oído, éste se puede irritar y producir una apertura de la piel del canal  permitiendo la entrada de bacterias u hongos. En el caso de infecciones bacterianas, que son las más frecuenters, suelen ser causadas por bacterias como Pseudomonas aeruginosa, Proteus vulgaris, Staphylococcus aureus, o Escherichia coli, mientras que las de origen micóticas tienen como protagonistas a hongos como  Aspergillus niger o Candida albicans, siendo éstas menos frecuentes.
Los síntomas suelen aparecer pocos días después de haber nadado y consisten en picor dentro del oído, enrojecimiento e inflamación del oido extrerno y  dolor cuando se ejerce presión en la oreja. El tratamiento consiste en antibioterapia y limpieza de la zona con alcohol o ácido acético.

Pie de atleta
         En este caso se produce una infección de la piel de los pies de origen micótico. El gran protagonista de esta patología suele ser Trichophyton rubrum. Los hongos producen una descamación leve que puede producir enrojecimiento y prúrito. La descamación puede abarcar una parte del pie (en especial entre los dedos) o toda la planta del mismo. A veces la descamación puede ser tan importante que se produzcan grietas y fisuras muy dolorosas en la piel. También pueden formarse ampollas llenas de líquido y con el tiempo la piel de las plantas de los pies se puede volver más gruesa. Dado que los hongos causan fisuras en la piel esto puede provocar a su vez infecciones bacterianas,  sobre todo en las personas mayores o con un aporte de sangre insuficiente en los pies.
Se contagia por el contacto con piel infectada o con hongos en determinadas áreas  compartidas como duchas, vestidores y piscinas. Puede ser una infección crónica con recidivas frecuentes. Normalmente se cura con tratamiento con cremas sobre la piel pero otras veces precisa de tratamiento oral. La higiene es muy importante para la prevención de esta patología.

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