El primer Observatorio Astronómico de Alta Montaña

      

Alto de Guajara, 2700m. Emplazamiento del primer observatorio de alta montaña del mundo. Al fondo, El Teide.


      Nuestra fascinación por los astros desde la antigüedad ha hecho que la observación del cielo sea una de las actividades que más han fascinado y centrado la atención de los humanos a lo largo de las historia. Además de ser durante milenios ese calendario por el que se regían desde la antigüedad para tomar importantes decisiones que repercutían en su vida, la astronomía es parte de nuestra herencia cultural, como nos dice Javier Armentia “hemos mirado al cielo y seguimos haciéndolo en busca de conocimiento”.
Hoy en día tenemos claro que desde las zonas situadas a mayor altitud se realizan observaciones astronómicas de mayor calidad ya que evitamos una parte de las interferencias producto de nuestra preciada atmósfera. La diferente densidad del aire en las distintas capas que la componen, su limpieza, su temperatura, la contaminación lumínica, etc, dificultan en gran medida las observaciones. Esto explica el por qué de la ubicación de los observatorios astronómicos más importantes y sus telescopios en puntos de elevada altitud, como es el caso, por citar un ejemplo cercano, el Gran Telescopio de Canarias, el GRANTECAN, situado a 2400m en la Isla de La Palma. Hace algo menos de doscientos años esto no estaba tan claro y es aquí donde aparece la figura de Piazzi Smith y su interés en viajar a Tenerife para observar el cielo desde sus altas cumbres. 

Descripción de la estación de Guajara. Piazzi Smith.
       Fue  Charles Piazzi Smith un astrónomo escocés del SXIX, quien en en su viaje de luna de miel, en el verano de 1856, hizo observaciones experimentales desde las cumbres de Tenerife, con el fin de comprobar las ventajas que proporcionaba un observatorio astronómico de alta montaña. Obtuvo una subvención de 500 libras del Almirantazgo Británico y le puso a su disposición un barco. Desde la Montaña de Guajara, a 2700m de altitud frente al volcán de El Teide realizó observaciones con un telescopio ecuatorial de 1,88 metros. Del mismo modo instaló su telescopio en Altavista, a más de 3000m en el propio edificio volcánico de El Teide. En sus noches de trabajo, gracias al extraordinario incremento en la capacidad de penetración espacial del telescopio, que pasaba de la décima a la decimocuarta magnitud, las estrellas no sólo aparecían más brillantes, sino que mejoraban su definición. También pudo ver, de un modo inequívoco, la pequeña división del anillo de Saturno, la superficie de Júpiter y vistas extraordinarias de la Luna. Su resultados científicos, que se detallaron en informes específicos dirigidos al propio Almirantazgo Británico y a la Royal Society en 1858, mostraban la ventaja suponía la observación del cielo en una atmósfera limpia. Estas conclusiones contribuyeron, en gran medida, a que viajaran Tenerife otros astrónomos en lo sucesivo, y al consecuente desarrollo con el paso del tiempo del Observatorio del Teide que hoy en día junto con al Observatorio del Roque de Los Muchachos constituyen dos referentes a nivel internacional.

Imagen original del Telescopio emplazado en Guajara. Piazzi Smith.




Piazzi Smyth, escribió y publicó en 1858 un extenso libro sobre su viaje a Tenerife, titulado originalmente: "Teneriffe, an astronomer's experiment”, una obra donde recopilaba datos y numerosos  documentos gráficos.  El libro además está ilustrado con un importante número de  fotografías que tomó en la isla, fruto de su afición a la misma. Gracias a ello disponemos del testimonio fotográfico del emplazamiento de sus telescopios y  de paisajes insulares de la época. Es  justo y necesario  destacar que contó con la inestimable ayuda de su mujer, Jessie Piazzi Smyth, quien  además de aguantarle la afición y su entrega al trabajo colaboró activamente en el desarrollo de la obra.

Estación de Altavista. Anotaciones del propio astrónomo.


     Al abandonar Tenerife, emprendiendo su viaje de regreso a bordo del Titania, escribió: “cuando la noche cae y nuestra última visión del Pico permanece aún alta en el cielo, nos preguntamos por cuánto tiempo el mundo ilustrado retrasará la instalación allí de una estación que tanto promete para el mejor avance de la más sublime de las Ciencias.”

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