La peste negra y sus consecuencias en la Europa del Renacimiento

    
                                                                             El triunfo de la muerte. Pieter Brueghel el Viejo, 1562-1563

      En 1346 una terrible epidemia con una virulencia no conocida hasta el momento asoló a una Europa en crecimiento. El territorio de Europa, Norte de África y Oriente Medio, unidos por el comercio marítimo y terrestre a través de la ruta de la seda y de las especias, sufrió una debacle demográfica de en torno a un 25% de su población que por aquel entonces era de unos 100 millones de habitantes. La Peste Negra, nombre con el que designó a la enfermedad, fue la responsable de tan macabra estadística.
No era la primera vez que Europa era asolada por una epidemia de estas características ya que 800 años antes había tenido lugar otra similar, pero este vasto periodo de tiempo  sin la presencia de la enfermedad en occidente incrementó sus estragos. El 70-80% de los que la padecieron murieron. En cuanto los síntomas aparecían, presentaban tal gravedad que presagiaban la muerte al cabo de 4 ó 5 días. Esta enfermedad, la peste bubónica aunque sea recordada como la Peste Negra, recibía la designación por la aparición de grandes hinchazones dolorosas (llamadas bubones) en los nódulos linfáticos de la axila, cuello o ingle de la víctima que sumada a la aparición de manchas negras por las hemorragias subcutáneas resultaba especialmente atroz cuando esos bubones crecían y estallaban. 
¿A qué era debida la enfermedad?, más de medio siglo después el bacteriólogo  francés Alexandre Yersin descubrió que era causada por una bacteria gramnegativa: Yersinia pestis. Estas bacterias se encuentran presentes, aunque en baja frecuencia, en poblaciones de roedores como la rata negra, Rattus rattus. Cuando se produce un brote en estos animales, al estar en contacto con los seres humanos como era el caso de la época, dan el salto en este caso con un vehículo transmisor: las pulgas, éstas incorporan los bacilos al succionar sangre al roedor y los transmiten a los humanos al repetir la acción en éstos. Luego entre humanos, la inhalación de gotitas infectadas expulsadas por los enfermos contribuye aún más a su expansión.
El primer impacto sobre la población tuvo lugar en Constantinopla, extendiéndose por las islas griegas matando a “la mayoría de la gente”, como describió el emperador Juan VI Cantacuzeno. De allí saltó a la costa norte de África, Cerdeña y a España. El intenso tráfico comercial la expandió por Europa y  su costa atlántica llegando a Gran Bretaña y el Báltico. En las regiones fuertemente castigadas, el número de habitantes tardó en volver a sus niveles anteriores a la pandemia casi dos siglos más tarde. Durante la pandemia muchas localidades quedaron totalmente despobladas y los supervivientes que huyeron lo hicieron extendiendo aún más la enfermedad. Esta pérdida de población tuvo implicaciones económicas  importantes provocando entre otras cosas  una contracción del área cultivada en Europa, lo que hizo descender profundamente la producción agraria aumentando las hambrunas en una época ya de por sí severa con la población en general. Diversos autores sostienen que  ayudó a traer el fin de la Edad Media argumentando incluso que pudo dar pie al Renacimiento como consecuencia de los profundos cambios socioeconómicos que supuso.

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