Cultura y Evolución
Me resulta incluso romántico, algunos no conseguimos sacudirnos fácilmente ese carácter en torno al mundo que nos rodea, abordar esta reflexión siendo un bicho producto de miles de años de evolución biológica enfrentado a una máquina fruto de un proceso paralelo de evolución tecnológica. Hace 70.000 años nuestra especia empezó a hacer cosas muy especiales. Abandonó África y definitivamente se expandió por todo el planeta expulsando a otras especies humanas no solo de los territorios que ocupaban sino condenándolas a la desaparición.
La mayoría de los investigadores están de acuerdo en que durante este periodo hubo una revolución en las propiedades cognitivas del Homo sapiens. Probablemente por alguna mutación genética se produjeron cambios en la conexiones internas del cerebro lo que permitió a los humanos pensar de manera diferente y comunicarse como hasta el momento ninguna especie había sido capaz de hacerlo: creó un lenguaje y podemos inferir que a raíz de ello nació la imparable marcha de la cultura. En restos hallados en el sur de África queda patente que durante la Edad de Piedra se produjo una explosión en la innovación técnica y en la conducta humana. Es en esa época tan remota donde nuestra cultura hunde pues, sus raíces.
Creo que no se puede negar la influencia de la cultura en la evolución biológica. Se ha demostrado que nuestras características y habilidades tienen un componente genético destacado y también se ha probado que la selección natural propicia que algunas variedades genéticas sobrevivan a expensas de otras. Este mecanismo por sí solo en otros seres vivos hace que los que tengan mejores cantos, corran más, se escondan mejor o sean más “guapos” a ojos de su sexo opuesto tengan mayor descendencia que en consecuencia heredará esos caracteres. Sucede que en los seres humanos esto no pasa, habemos lentos Filípides, poco agraciadas Helenas de Troya y raquíticos Hércules… cabría pues esperar que la selección natural tendiera a difuminar las diferencias entre los humanos cosa que no sucede y es, sin lugar a dudas, debido a nuestra capacidad para la cultura.
La cultura, no la sólo científica que nos ha permitido aumentar nuestra esperanza de vida a niveles insospechados para aquel sapiens que vagaba por el mundo hace 200.000 años, ha propiciado que coexistan individuos con habilidades muy dispares. La historia del éxito de la especie humana puede enseñarnos que es fruto de la cooperación entre los individuos más que por el hecho de que los sapiens más adaptados se impongan a sus congéneres menos agraciados en habilidades.
Podemos considerar que es esta habilidad para la cultura lo que hace única a la especie humana en el sentido de éxito como especie. En la estrategia del Homo sapiens para sobrevivir transmitiendo de una generación a otra su conocimiento tecnológico y sus habilidades. Las consecuencias de ello saltan hoy a la vista con lo expuesto anteriormente: evitamos que mueran niños al nacer que no habrían sobrevivido de nos ser por nuestros avances tecnológicos del mismo modo que llegamos a envejecer con la ayuda de herramientas en cuya ausencia no nos habría permitido esa longevidad y en medio… vivimos y sobrevivimos en cooperación, generando confianza y valores más allá de las diferencias genéticas y étnicas o culturales. La cultura ha contribuido a nuestra supersociabilidad y en consecuencia a este incuestionable éxito evolutivo.
Me gustaría acabar con la siguiente reflexión:
He escrito esta pequeña disertación mientras estamos inmersos en una crisis sanitaria sin precedentes en nuestra historia moderna. Que me aflija pensar en tantas personas mayores que se nos van, que me conmueva ver a tantas personas entregadas a la solidaridad dándolo todo para mitigar los efectos de esta pandemia tanto a nivel de salud, como de servicios o quedándose responsablemente en casa para que esto no colapse… me hace pensar con más ahínco en este éxito evolutivo del que hablamos como especie humana gracias a la cultura.
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