Visión sobre situación energética

       

    Reflexionar sobre al serio problema de nuestra creciente dependencia energética lo primero que me produce es desasosiego. Mi reinante optimismo a la hora de encarar las cosas en general, se enfrenta de lleno a esta  innegable y cruda realidad: cada vez demandamos más energía y la producción de energía y su uso tiene repercusiones en el medio ambiente. 
Tras analizar los diversos materiales propuestos podemos  llegar a la conclusión de que es necesario tratar de frenar esa demanda más allá de la medida de nuestras posibilidades. Por simplificar podemos pensar en que hay dos ámbitos de actuación, el particular que colectivizándose podría aportar contribuyendo a una minimización del impacto de nuestra actividad cotidiana en el consumo energético, y por otro lado el uso de la energía que se hace en la industria. 
Teniendo en cuenta que la mayor parte de la energía que se consume está basada en combustibles fósiles cuyo uso implica la emisión de CO2,  al ser éste un gas con potente efecto invernadero, su acumulación en la atmósfera tiene serias repercusiones en el clima. Hemos visto que el uso de de carbón, producto estrella de los combustibles fósiles, y la demanda energética ha ido en aumento desde la Revolución Industrial hasta la actualidad. Los registros de la concentración  CO2 demuestran  que durante los últimos dos siglos no han hecho sino aumentar habiendo consenso científico en el hecho de que es necesario ya no sólo frenar ese proceso sino además disminuirlo, hay que disminuir sí o sí las emisiones para evitar llegar a un punto de no retorno cuyo efecto sobre el clima genere consecuencias que sean de carácter irreversible. 
Disponemos en la actualidad  de energías que no producen emisiones de CO2 y que a pesar de que su efecto sobre el clima sea nulo a nivel de emisiones sí que implican impacto en el medio ambiente. La tecnología nos va abriendo vías a que son cada vez más eficientes satisfaciendo la demanda y minimizando su impacto ambiental y en este  sentido la posibilidad de que durante este siglo se pueda dar con el “santo grial” de la fusión nuclear nos hace albergar esperanzas sobre el uso en el futuro de una fuente de energía limpia de verdad, inagotable y sin impacto en el clima. 
La urgencia en la actuación para reducir las emisiones de  CO2 sobre la que hay total consenso científico choca de lleno con la realidad de que en la actualidad los gobiernos no ponen todo el empeño en ello, firmando protocolos que luego no se cumplen o incluso, saliéndose de ellos o no suscribiéndolos unilateralmente como es el caso de los EEUU. 
Si sumamos la escasa conciencia que hay en la ciudadanía al respecto,  hablo de conciencia “practicante” , al hecho de que las instituciones no hagan demasiado por concienciar y educar en este aspecto, hace que albergue serias dudas al respecto de que mientras la fuente  de energía más barata sea la de origen fósil este problema tenga una salida fácil. Pienso que hasta que estos combustibles altamente contaminantes no se acaben  o escaseen tanto que no sean rentables, las emisiones de CO2 seguirán aumentando a pesar de los esfuerzos que por cambiar ese sino se haga desde la sociedad, la comunidad científica y el sentido común.
Hemos de pensar en vivir sin combustibles fósiles y por el momento la energía limpia no da para ello. Nuestro consumo total de energía es mucho mayor que la que se produce de un modo sostenible y a pesar de que  la investigación va dando pasos en ello, son como pasos de liliputiense en un mundo en el que los pasos los dan los gigantes. 

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