Lenguaje y pensamiento




“Qué cosas puedo pensar sin recurrir al lenguaje,  sin que aparezcan palabras en mi mente…” en el mismo momento en el que me lo planteo procedo a cerrar los ojos y pensar sin palabras.. ¿el qué? ¿cómo? Me doy cuenta de que no soy capaz… pero ante la frustración pienso si seré una excepción o simplemente ese mecanismo de articulación mental es el que nos ha conducido a esta situación tan particular y diferencial con respecto a otras especies.
Reflexiono pues sobre el ejemplo de Helen Keller que se nos pone en una de las lecturas recomendadas… “De repente, comprendió que las cosas que tocaba y olía se podían nombrar, y eso no solo significó la aparición de las propias cosas, sino también de su mente. Keller escribió años más tarde que, antes del descubrimiento del lenguaje, su mente no existía como tal; vivía en un estado de vigilia en el que no había nada, solo reacciones viscerales”. NO puedo dejar de apoyarme en esa experiencia para pensar en que no soy un bicho raro por el hecho de pensar sin palabras, es más, hacerlo de otra manera probablemente implicaría la existencia de algún problema a nivel de “hardware” como en el ejemplo citado.
Estar dotados de lenguaje nos proporciona una herramienta para articular el pensamiento, cuando pensamos lo hacemos en palabras. Cada vez que reflexionamos sobre algo, como en el mismo momento en el que estoy escribiendo este  texto, lo estamos haciendo sobre la estructura del lenguaje. Buscando palabras, articulándolas y seleccionando la combinación más adecuada de las mismas para tratar de trasmitirlas eficientemente es como único concibo que se pueden elaborar planes de acción para poder compartirlos con eficacia. Nuestra mente maneja símbolos que se articulan sobre el lenguaje y eso nos ha dotado de una asombrosa capacidad de abstracción. La capacidad de abstraernos y de poder exteriorizarlo pudiendo comunicarlo a otras personas es sobre la base del lenguaje. Esto puede hacernos llegar a la conclusión de que de no ser por ello no seríamos capaces de elaborar planes de acción y transmitirlos a los congéneres.
En el momento en el que el lenguaje se instaló en nuestros genes y en nuestra cultura lo hizo para quedarse. A raíz de su éxito podríamos inferir que sin esa potente herramienta comunicativa no habríamos pasado de ser unos  “avanzados”  primates más en la familia que engloba nuestro género.




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